El día 3 de mayo se celebra en Granada y en varias localidades de la provincia el Día de las Cruces, una vieja tradición que se remonta al año 1625, cuando se alzó una Cruz de alabastro en el Barrio de San Lázaro celebrada con danzas por todos los vecinos. Se trata de la fiesta más importante de la ciudad, al menos desde el punto de vista religioso.
Pero la tradición ha desembocado con el tiempo en una fiesta alegre y muy turística. A principios del siglo XX en los barrios del Albaicín y del Realejo los niños construían pequeños altares con una Cruz, siendo decorados con mantones de manila, cacharros de cerámica, peroles de cobre y un pero con una tijera clavada. Por sus alrededores, los niños pedían el «chavico», palabra que procede del diminutivo local de ochavo.
Mucho han cambiado los tiempos desde entonces y hoy cada barrio exhibe una o varias cruces profusamente decoradas con flores y otros adornos compitiendo por ser la mejor de la ciudad. En torno a ellas se despliega un ambiente increíble donde no faltan la música y los tesoros de la deliciosas gastronomía granadina. Los granadinos, vestidos con sus mejores galas, se lanzan a recorrer las calles de su ciudad y disfrutar de una atmósfera única.
Una de las tradiciones más curiosas relacionadas con el día de Las Cruces que se conservan consiste en colocar en algún lugar del decorado un «pero» (nombre por el que aquí se conoce también a la manzana), con unas tijeras clavadas, para cortar así cualquier «pero» que pudiera ponerse a la Cruz. De esta manera, se intentan evitar las críticas que pudieran hacerse a la decoración de la Cruz en cuestión.