Si hay un producto típico de la Alpujarra de Granada ese es sin duda el Jamón de Trevélez, alabado y disfrutado por muchos viajeros y sibaritas desde hace más de 200 años.
A diferencia de los famosos jamones extremeños, la excelencia de los de Trevélez se debe, más que a la crianza de los cerdos de la región, al proceso de curación y a su ventilación en la nieve de la sierra. Ello hace que su carne sea dulce, enjuta y magra. Una verdadera delicatessen.
Trevélez es el pueblo más alto de la Taha de Pitres, un rincón de las cordilleras béticas donde reina una especie de perpetuo invierno. De hecho, los frutos y cosechas maduran mes y medio o dos meses después que en otros lugares de la misma Sierra.
La referencia más importante de la historia del jamón de Trevélez tuvo lugar en 1862, fecha en la que la Reina Isabel II concedió al ayuntamiento del municipio de Trevélez el privilegio de ser proveedor oficial de la Casa Real, permitiéndo grabar en los jamones el Sello Real que reconoce la calidad del jamón.
Hoy el Jamón de Trevélez cuenta con el treconocimiento de Indicación Geográfica Protegida (I.G.P.) que según la normativa comunitaria establece que el nombre de una región, de un lugar determinado o, en casos excepcionales, de un país, sirva para designar un producto agrícola o un producto alimenticio.
Pero sin tener que recurrir a estas distinciones, nosotros recomendamos a cualquiera que viaje a Granada visitar este pueblo de la sierra y disfrutar en primera persona del sabor y el aroma de uno de los mejores jamones de España. Un tesoro gastronómico que no podemos dejar de probar.